El viento mueve los recuerdos y los arranca del olvido.
El viento desempolva los recuerdos y los vivifica.
Durante la noche el viento remueve los recuerdos y los desparrama como a las hojas secas que quedan expuestas en los cristales parabrisas de los coches. Para que los veamos.
Una airada ráfaga de sinceridad puede hacer más bien que el tolerado aire acondicionado de las medias verdades. Que son mentiras contadas por capítulos. Novelas.
El aire se asusta cuando se oculta el sol. Y entonces gime lastimoso como ramas podridas de los arboles. Se oculta la Verdad entre tinieblas.
Por eso me gusta mirar al cielo de noche y que me lloren los ojos intentando contar las estrellas.
Lágrimas que me redimen y me dejan un reguero de sal y luna en mi cara.
Los sueños se llenan de melodías de ventiscas y aullidos.
(Una tormenta de ideas inútiles pero agradecidas porque confunden a los bobos)
Pero ya no más que absurdos recuerdos que nada tienen que ver con la actualidad.