La Obsesión es como una potente droga.
Se va introduciendo dentro de tu cerebro alojándose en los espacios entre las neuronas e impregnando a estas del humor viscoso que rezuma.
Nubla la mente que ocupa.
La verdadera Obsesión aturde el funcionamiento de las conexiones cerebrales y va convirtiendo al obsesivo en un neurótico cegato que no ve más allá de sus zapatos.
Un perturbado por su idea obsesiva.
Un enfermo.
Pocas veces un genio.
O un poeta.
Alguien que sufre.
Un loco.
¿Un cuerdo?